domingo, 28 de agosto de 2011

CHI KUNG


Es un tipo particular de gimnasia, o mejor, de movimientos lentos coordinados con la respiración que nos procuran bienestar y serenidad, nos protegen de las enfermedades e incluso nos devuelven la salud. Hacen que nuestra salud se recupere en su conjunto pero también, y con notable eficacia, que se recupere de problemas específicos.
Como seres humanos,

¿Qué anhelo más íntimo y más profundo podemos tener que el de ser felices y gozar de buena salud?

Sin duda alguna, el Chi Kung da respuesta a tan legítimo deseo. En efecto si se practica con regularidad, ayuda a restablecer nuestra salud si es deficiente, a mejorarla en todos los casos, a devolver flexibilidad a todo el cuerpo y a fortalecer nuestra inmunidad para protegernos de las enfermedades. Estos movimientos nos procuran asimismo una gran relajación, nos traen calma. Es más, nos abren el espíritu a una nueva percepción del mundo, menos volcada sobre nosotros mismos, y nos permiten desarrollar una serenidad a toda prueba.

El Chi kung es fácil de aprender y memorizar y les sienta igual de bien a los jóvenes que a los adultos, a los deportistas, a los amantes de las artes marciales o a las personas de actividad intelectual y sedentaria. A las personas mayores, de la tercera edad, les permite restaurar su cuerpo, recuperar  su flexibilidad y aliviar los reumatismos, rigideces y anquilosamientos, sin esfuerzo previniendo el riesgo de caídas.

Se puede enseñar a personas de constitución física frágil, a personas sin resistencia, a convalecientes y enfermos. Mejora la condición física de aquellos que sufren enfermedades degenerativas, deficiencias inmunitarias o trastornos específicos dolorosos como: amenorreas, dismenorreas, inmunodeficiencias, hepatitis crónica, síndrome de fatiga o cansancio crónico, fibromialgia, poliartritis reumatoide, reumatismo crónico, esclerosis en placas, depresión, estrés o insomnio.

La práctica regular de Qi Gong proporciona calma y serenidad mental a la par que relajación corporal, atempera muchos efectos del estrés y de la vertiginosa vida moderna, como pueden ser: taquicardia, palpitaciones, espasmos, nerviosismo, ataques de pánico, hipertensión, ansiedad.

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